Como ya anunció hace unos días, la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, ha presentado esta mañana su dimisión en Londres. Según ha manifestado, sus esfuerzos para hacer posible el Brexit no han dado el fruto que esperaba.
La semana ha sido de vértigo:
- May anuncia el martes un nuevo referendúm sobre el Brexit. La propuesta no es bien acogida por algunos sectores. ¿Llega demasiado tarde?
- El jueves Reino Unido celebra elecciones al Parlamento Europeo, que el Gobierno no ha tenido más remedio que convocar (puesto que el país seguirá en la UE, como mínimo, hasta el 31 de octubre). El Partido del Brexit resulta ser el partido más votado; no obstante, los partidos pro permanencia superan en votos a los partidos en favor de abandonar la UE (incluido el Ukip: 40% frente a un 36%.
- El paralelo, crecen las presiones para que dimita la Primera Ministra, y el viernes finalmente da el paso.
En junio se pondrá en marcha oficialmente el mecanismo para la búsqueda de su sucesor.
El tortuoso proceso para salir de la Unión Europea se ha cobrado ya la cabeza de dos Primeros Ministros. Cameron convocó el referéndum trabajando con la hipótesis equivocada de que ganaría el Sí a Europa; la diferencia de un 2% de votos a favor de la campaña del Leave acabó con su prometedora carrera política. Su ministra del Interior, Theresa May – europeísta mientras fue un miembro más del gabinete – le sucedió en Downing Street y asumió como obligación moral y prioritaria lograr la salida ordenada del Reino Unido de la UE, como hemos contado en otros posts.
Si Cameron creyó ingenuamente que en el caso del Brexit pasaría como con el referéndum escocés de 2014 (victoria pírrica, sí, pero victoria, y por tanto portazo a la independencia de Escocia), May subestimó la habilidad negociadora de Bruselas, cuyos altos funcionarios han contribuido a convertido su mandato en un infierno. Cambios constantes en su equipo asesor, ceses o dimisiones de sus ministros, viajes continuos de la Primera Ministra, eternas conversaciones con Junkers, Macron o Merkel…nada ha funcionado para hacer posible las pretensiones británicas, embarrancadas en el escollo de la frontera de Irlanda del Norte. Reino Unido, desgraciadamente, no ha sabido ver que, en esta ocasión, era la parte más débil de las negociaciones. La UE no quería su marcha, es cierto, pero ya la tenía metabolizada.

En este tiempo, May ha presentado numerosas propuestas en el Parlamento, en general demasiado vagas y todas rechazadas. No ha conseguido la colaboración de la oposición: Corbyn no cree en Europa ni en un segundo referéndum, aunque no quiera reconocerlo con claridad. Ha sufrido presiones de los pro Brexit, los laboristas y el partido unionista de Irlanda del Norte; el grupo parlamentario conservador ha alternado los apoyos y los desplantes. Sus ministros la han sostenido en unos momentos, en otros han conspirado contra ella. Los últimos meses han sido una pelea por ganar tiempo.
No sé si guardará buenos recuerdos de su paso por Downing Street. Han sido tres años muy difíciles, centrados en la (no) solución de un problema muy complejo, que ha absorbido por completo sus energías, su cabeza y su tiempo.
En los próximos días se analizarán sus aciertos y desaciertos. En todo caso, está fuera de duda de que Theresa May es una mujer leal a su país, incansable, trabajadora, constante y tozuda. Todavía no sabemos cómo su trayectoria pasará a los anales de la historia. Sí conocemos, en cambio, que se unirá a la lista de políticos británicos que han sido capaces de dimitir cuando han visto que el puesto les excede, lo cual, tristemente, no puede decirse de muchos otros, que se obstinan en mantenerse férreamente agarrados a su silla.

Son varios sus posibles sucesores. Algunos todavía operan tras las bambalinas o deshojan la margarita; otros, en cambio, no disimula.
Boris Johnson, la Ambición Rubia, lleva mucho tiempo con los ojos puestos en Downing Street. No es lo que más le conviene al Reino Unido, en mi modesta opinión, puesto que posiblemente embarcaría al país en un Brexit de urgencia y duro. También se oyen los nombres de ministros o ex ministros avezados, como Michael Gove, Esther McVey o Amber Rudd.
Esperemos que el Partido Conservador sea capaz de realizar un buen diagnóstico de la situación presente y elegir al líder más adecuado para los meses difíciles que se avecinan. Del futuro Primer Ministro depende, en buena parte, el desenlace del Brexit. Su papel no puede ser más delicado. Le espera, nada menos, la ingente tarea de buscar la mejor solución para este embrollo.
Pingback: Boris Johnson se va. ¿Qué pasará ahora con el Brexit? | blancasanchezrobles